El ingreso del niño/a en la escuela supone para él un gran
cambio, por lo que se hace necesaria la planificación conjunta por parte de la
familia y la escuela del llamado período de adaptación.
El principal objetivo de este proceso es la progresiva
separación familiar sin traumas.
El período de adaptación es el proceso por el cual el niño/a
va formando y preparando la aceptación de un medio nuevo: la escuela.
Cuando el niño/a se incorpora a la escuela, sufre una
separación importante, se rompe ese lazo afectivo con la figura de apego,
originándose un conflicto. El tiempo que se emplea para que el niño/a asimile
felizmente “la ruptura de ese lazo” es lo que llamamos período de adaptación.
Su actitud ante la escuela, las relaciones sociales y ante
los aprendizajes a lo largo de toda su escolarización, va a depender de cómo
asimile este proceso, positiva o negativamente.
En este proceso, el niño/a se encuentra inmerso en una
situación que nunca ha experimentado, ya que de repente deja de ser el
protagonista, compartiendo dicho papel con los demás compañeros/as en la
escuela. Ello conlleva una serie de conductas, en su mayor parte negativas, que
el niño/a tendrá que ir superando con la ayuda de los adultos.
Es el propio niño/a el que tiene que superar estos cambios.
El niño/a estará adaptado cuando sea capaz de relacionarse con el grupo de
niños/as y con el adulto expresando sus emociones; cuando adopta conductas
relajadas y abandona la agresividad o el aislamiento; cuando no espera a sus
figuras de apego con ansiedad durante el horario escolar; cuando utiliza todo
el espacio del aula y se mueve por la escuela.